Gloria Fuertes vivió, desde pequeña, entre penurias y dificultades. Su padre era bedel (conserje) y su madre costurera. Tuvo cinco hermanos; la mayoría murieron a corta edad. Como la mayoría de los españoles de esa época, vivió los rigores de la Guerra Civil.
A los cinco años ya empezaba a manifestar su afición, escribiendo y dibujando sus propios cuentos. En 1931 la matricularon en el Instituto Profesional de la Mujer, donde estudió taquigrafía, mecanografía, gramática, literatura, puericultura e higiene. A los 14 años empezó a escribir versos y a los 16 preparó su primer libro, Isla ignorada, que no se publicó hasta 1950.
Como perdió pronto a su madre (a los 14 años) tuvo que empezar a trabajar a los 16 años en una oficina y en un periódico.
La Guerra Civil le dejó una gran huella e influyó mucho en su escritura. Muchas de sus poesía tienen una relación muy directa con la guerra y con la paz.
Pero siguió estudiando Biblioteconomía e Inglés y llegó a ser bibliotecaria y profesora. Entre los años 1940 y 1954 escribió para las revistas infantiles Pelayos, Chicos, Chcias y en el diario Arriba. Entre 1960 y 1963 obtuvo una beca de Literatura Española para dar clase en varias universidades de Estados Unidos.
Fue una mujer muy independiente y muy adelantada a su tiempo. A la vuelta de Estados Unidos impartió clases de español para norteamericanos en el Instituto Internacional y realizó distintos trabajos relacionados con la literatura.
A partir de 1972 se dedicó en cuerpo y alma a su gran vocación: la escritura. En sus poemas aparecen sus sentimientos más profundos:la tristeza, el humor, la amistad, la sociedad en la que vivió... el amor.
Una de las personas con las que compartió su vida (de 1955 a 1970) fue la profesora Phyllis Turnbull, directora del Centro de Estudios Hispánicos.
A mediados de los años 70 colaboró muy activamente con Televisión Española en diversos programas, siendo los más importantes Un globo, dos globos, tres globos y La Cometa Blanca.
Vivió de una forma muy austera, hasta tal punto que sus amigos, cuando iban a visitarla le solían llevar alimentos de regalo. Pero, al morir, disponía de una cuenta corriente con más de cien millones de pesetas, que donó a La Ciudad de los Muchachos.
Video tomado de la web del diario ABC.
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